🎈 Por qué el juego libre es mucho más que diversión

En estos días de otoño, cuando las rutinas ya están más asentadas y los días se acortan, el juego vuelve a ocupar un lugar esencial. A veces pensamos que jugar es solo una forma de pasar el tiempo, una recompensa después de “portarse bien” o de hacer los deberes. Pero desde la mirada de la Disciplina Positiva, el juego es mucho más que eso: es una necesidad vital y una poderosa herramienta de conexión y aprendizaje.

🌱 Lo que ocurre en el cerebro cuando juegan

Durante el juego libre —ese en el que no hay un objetivo impuesto ni un resultado esperado— el cerebro infantil se enciende. Se activan zonas relacionadas con la creatividad, la planificación, la empatía y la autorregulación. Cuando los niños y niñas juegan, experimentan sin miedo al error, prueban roles, ensayan cómo resolver conflictos y aprenden a confiar en sí mismos y en los demás.

En términos neurológicos, el juego libre es uno de los mejores entrenamientos para la corteza prefrontal, la parte del cerebro que les ayudará, con el tiempo, a pensar antes de actuar, regular sus emociones y tomar decisiones.

🧩 La mirada de la Disciplina Positiva

La Disciplina Positiva nos recuerda que los niños y niñas aprenden mejor cuando se sienten conectados. Y el juego es, precisamente, uno de los lenguajes más potentes de conexión.

Cuando jugamos con ellos o ellas —sin dirigir, sin corregir, sin prisa— les transmitimos un mensaje profundo: “Te veo, te disfruto, me gusta estar contigo tal como eres.”

A través del juego, el vínculo se fortalece, la confianza crece y el aprendizaje se hace natural.

👀 El papel del adulto que acompaña el juego libre

Acompañar no significa intervenir constantemente, sino estar disponible, observando y confiando. Desde la teoría del juego libre acompañado (inspirada en enfoques como Pikler o Reggio Emilia), se entiende que la observación es también una forma de presencia: mirar sin juzgar, sin interrumpir, pero atentos a lo que ocurre.

Observar nos permite:

• Entender mejor qué les interesa o preocupa.

• Detectar cómo resuelven conflictos o buscan ayuda.

• Aprender de su creatividad y autonomía.

  
  

La mirada atenta de la persona adulta ofrece seguridad emocional: el niño o niña sabe que puede explorar, sabiendo que hay alguien disponible si lo necesita. Esa es la base de un juego libre verdaderamente acompañado.

✨ Ideas prácticas para fomentar el juego libre

🔸Reserva tiempo sin pantallas ni actividades estructuradas. Deja espacio para que inventen, construyan o simplemente imaginen.

🔸 Participa si te invitan, pero deja que ellos guíen el juego.

🔸 Ofrece materiales abiertos (piedras, telas, cajas, muñecos, utensilios cotidianos…).

🔸 Celebra la creatividad más que el resultado.

🔸 Permite el aburrimiento: de ahí nace la imaginación.

🔸 Observa más, dirige menos. A veces, la mejor intervención es una sonrisa y silencio.

🌷 Y para ti, que acompañas

Puede que a veces el juego libre te parezca desordenado, ruidoso o incluso poco “productivo”. Pero ahí, entre risas, construcciones imposibles y disfraces improvisados, está ocurriendo algo profundo: tu peque está entrenando su mente, su corazón y su capacidad de vivir en comunidad.

No necesitas planear grandes actividades. A veces, tu presencia tranquila al lado mientras juegan es suficiente. Jugar también puede ser una forma de descanso emocional para ti.

🌾 Un recordatorio suave

El juego no es solo una parte de la infancia: es la forma en la que los niños entienden el mundo. Cada vez que respetas su tiempo de juego y lo observas con curiosidad, estás cultivando su confianza, su curiosidad y su alegría de aprender.

¿Qué papel tiene el juego en casa estos días? ¿Eres más de unirte o de mirar desde cerca? Os leemos con cariño 🌻